Tal y como me lo describió Tito, el simpático dueño del negocio, son las 7:30 de la mañana y el colmadito-cafetín contiguo a la plaza comienza a llenarse de los personajes de todos los días. Se reúnen a desayunar como si fuera un baile espontáneo y a su vez todos conocen los pasos en la coreografía. Entre los que están se tiran burlas, se ofenden, comparten sus comentarios no solicitados, y entre cosa y cosa, intercambian noticias, contestan preguntas, desayunan y se van.
Una mujer joven entra con su niño de camino a la escuela. Tito pregunta: “¿Cual quieres?” La joven madre le acababa de hacer un gesto indicando que quería un periódico pero al recibir la pregunta se distrae, y pregunta de vuelta a Tito “¿qué hora es?” Tito le responde, con otra pregunta “¿La hora? Son como las 7:30am.” Nuevamente, lista retoma su pedido: “dame un nuevo día y media libra de pan.”
Antes de ir a pagar, gira rápidamente a su derecha, alcanza unas lascas de queso de bola y procede a la otra esquina del mostrador donde está la caja registradora. La caja registradora, el abanico que sopla detrás del mostrador, dejan entrever que la última renovación del lugar fue para los 1980.
Sale la joven madre con su hijo, y entra Don Vito, el billetero de la esquina, un señor ya mayor vistiendo una guayabera blanca ligera de manga corta y pantalones de vestir marrón oscuro.
“Una avena y un café, si me hace el favor” le dice a Tito.
Al ratito entran dos miembros del gimnasio que queda más abajo en la misma calle. Están en su ropa deportiva que deja al aire libre los molleros de sus corpulentos brazos. Uno le dice a Tito: “Me tienen a dieta hoy.” Tito interpreta esto como una orden de desayuno y le responde “¿quieres un café ciego?” El café del colmado-cafetín al igual que los pastelillos estaba listo desde temprano esperando a los clientes. “¿Quieres dieta o regular?” le pregunta Tito antes de entregar el café. La contestación sobre el endulzador del café se pierde porque el lugar se queda preñado de expectativa ante la llegada de Doña Zuly.
Doña Zuly es una señora retirada de unos 80 años, jocosa y de difícil carácter que a menudo viene buscando pelea y la encuentre o no, siempre entretiene. Hoy su compañera en el tango mañanero no ha llegado a tiempo, y es que Doña Zuly es estadista y Doña Cuca es popular, ambas de clavo pasa’o o del corazón del rollo, lo que es decir con pasión y locura. Viste una falda azul y una blusa colorida, que no disimulan su sobrepeso.
Entra Doña Zuly a toda boca, hablándole a las personas reunidas en el colmadito para desayunar: “Mira, ayer éste (señala a Jimmy) ese mismo estaba en el mismo medio y la gente tocando”
Jimmy, le contesta la queja en broma, “Pa eso soy popular!”
Don Vito, con todo manso le aclara a Doña Zuly: “Ay mami, son populares ahora, no vengas con eso ahora.”
Doña Zuly, rápido recoge la puya dejada por Jimmy y Don Vito y comienza una pequeña descarga contra los populares pero no sin antes aclarar los detalles de la celebración pública que se avecina.
“Una cosa,” comienza a decir Doña Zuly,
Jimmy habla a la vez, respondiendo al ataque anterior comentando retóricamente al pleno allí reunido: “¿¡Voy a dejar, yo, que pasen por el la’o, que brinquen por el la’o?!”
En ese instante, le pasan por el lado los dos miembros del gimnasio, que se separan al salir, porque uno se requeda para jugar en la lotería electrónica que tienen justo al lado de la entrada.
Doña Zuly anuncia, dirigiéndose a Jimmy, “Mira, tú eres de ese pinocho… Alejandro, Mira ese chinocho de Alejandro, (baja la voz y cambia el tono)Alejandro ese chinocho bien? Mira “popular” (con acento ahora de inglés mascado) ¿cuándo va a ser la constitución mañana (refiriéndose a la celebración del día de la constitución)? ¿Alejandro lo está haciendo bien? Mira, tú (Jimmy)que eres popular cuando van a hacer la constitución, qué van a hacer para el 25 de julio?
Don Vito responde por Jimmy, y se refiere al periódico que tiene en mano, “Pues va a ser en Barranquitas, pero el alcalde, tu no lo viste? Eso me lo enseño en la pagina, el alcalde de Humacao, está invitando a, a hacer, es el area de acá, el area,
Doña Zuly le termina la frase, “este”.
Don Vito, concluye “va a hacer la actividad allí en la plaza.”
Otro cliente, que no era parte activa de la conversación pide aclaración: “¿pero de Humacao?”
Don Vito aclara “Mañana”.
Doña Zuly remete contra el gobierno y las fiestas: “bueno, pero eso yo no lo he visto.”
Don Vito le contradice informando “Bueno, mi esposa me lo enseñó”
“Pero es que ese es el mejor sitio para hacerlo, allí.” añade Jimmy, mostrando su respaldo a la noticia.
“No, que todavía no se ha anunciado en ningún la’o.” comenta Doña Zuly mostrando su crítica a la mala organización.
Jimmy quien había estado sentado, al fin se para pedir un desayuno. “Dame un d’esto y una tostada” dice Jimmy señalando a una de las frituras que han estado listas en el mostrador desde las 7:05 de la mañana.
Sin yo poder reconocer cuando Doña Zuly hace su pedido, escucho a Tito pasarle la orden en voz alta al cocinero que labora en el zaguán angosto al fondo del mostrador. “Un sándwich de jamón, queso y huevo, para Doña Zuly y unas tostadas para Jimmy”.
La distancia entre Tito y Manny no es mucha pero entre el ruido de espátulas y cubiertos deslizándose sobre la plancha caliente preparando la comida y el ruido del estractor, hace imposible escuchar conversaciones normales. Manny es un joven serio, fornido, de tez oscura, que viste una camisa de algodón blanca, mahones y una gorra de pelota que le cubre el pelo que no logro distinguir en la oscuridad del zaguán. Tito seguramente es al menos 15 años mayor que Manny y estimo su altura en unos 6’2” medio pie mas que Manny. Tito luce hoy una camisa polo verde con mahones azul claros. Sus gafas de marco ancho y oscuro resaltan sobre su pálido rostro y distraen de su incipiente calva. Al parecer Manny y Tito se complementan pues si Manny es parco en palabras, Tito habla fácilmente con todos.
Sin perder un instante, Doña Zuly reanuda su combate, “No no, el año pasado, tu sabes cuanto dio el municipio? 45,000 pesos pa’ la constitución, cuando no hay agua, ni pa’….”
“No, quién dijo,” le increpa Jimmy.
“¡Ah Dio’, el municipio!” Le responde con gusto, saboreando el pique.
Jimmy en tono de advertencia le comenta estando ahora cerca de ella esperando su desayuno, “madre no, no empieces. No empecemos a hablar de eso porque vamos a tener que hablar de los 11 millones que se robó negro Santos para aquel parque, que eso para que el parque tuviera aire condicionado!”
¿Venga acá, Y porqué no lo metemos a la cárcel?
¡Ese parque de correr! ¡Con 11 millones era para tener aire condiciona’o!
La tertulia mañanera con su tira y tápate, puya y responde, pichando noticias intercaladas con comentarios y críticas social es el ritual mañanero, el pan nuestro de todos los días que se va apagando para cuando pasa el verdulero por la plaza y se escucha que anuncia “’¡Aguacate!”.